domingo, 13 de mayo de 2007

La distopía laboral

La España "Socialista" de ZP

El mercado de trabajo y su evolución en el Estado Español sirven de reflejo del desarrollo del sueño liberal, el cual aspira a reducir completamente al ser humano a la consideración de recurso, aplastándolo bajo fuertes dinámicas de flexibilidad y precariedad.

La explotación, no sólo sigue estando vigente, sino que además cobra una fuerza cada vez más importante en las relaciones productivas. Y, obviamente, el mejor reflejo de ello es el mercado laboral.
Las luchas de las clases trabajadoras resultaron en un sistema de protección laboral que se enmarcaba dentro del Estado del Bienestar. Hoy es el Estado el que, de la mano de los sindicatos mayoritarios y de los políticos demagogos de la pseudo-izquierda, acaba lentamente con los avances sociales logrados, permitiendo al empresariado avanzar hacia su sueño, su particular utopía.

Flexibilidad y precariedad van de la mano en este asunto; son las banderas más enarboladas en los últimos tiempos. La empresa quiere como trabajadores a personas que se adapten a un entorno flexible, en tanto móvil en el espacio, y precario, en tanto incierto en el tiempo. Quieren contratarlos y despedirlos como el que realiza un pedido en el supermercado. Por supuesto, pues nunca olvidemos el fin económico perseguido, buscan que dicho proceso resulte lo más barato posible, excusándose en el incremento del crecimiento económico (en cuya redistribución, casualidad, les toca la mayor parte).

El mercado de trabajo aspira a convertirse, gracias a los liberales, en una especie de almacén perfectamente automatizado donde las piezas que lo componen pueden adaptarse con rapidez a cualquier entorno o situación. Donde se sustituye a la rigidez-solidez del sistema y a la seguridad del individuo por la fluidez sistémica y la inestabilidad laboral. El individuo se convierte en trabajador potencial las 24 horas del día, siempre atento.

En la práctica significa promover los contratos temporales, más adecuados a un sistema basado en la incertidumbre, y olvidarse de las viejas luchas sociales por la estabilidad. Así, un trabajador no estará nunca tranquilo y podrá ser utilizado-manipulado por el empresariado tal y como a éste le venga en gana.

De hecho, ocurre casi siempre en la práctica que muchos contratos temporales se realizan para actividades no-temporales, es decir, para aquellas que perfectamente tolerarían contratos indefinidos. El trabajador temporal ve cómo la dinámica del mercado de trabajo se adentra en su cotidianidad y solapa todos los aspectos de su vida.

En los últimos trece años el incremento en el número de asalariados indefinidos ha sido de un 74'01%, mientras que el de asalariados temporales ha sido de un 88'28%. La tendencia es clara.

Además, los conceptos engañan mucho. Una gran parte de los nuevos asalariados indefinidos lo son a jornada de tiempo parcial, que justamente deberíamos considerar también como de carácter precario.

La tendencia es, y no es de extrañar, a preferir el contrato a tiempo parcial sobre el de tiempo completo. En el período comprendido entre 1993 y 2006, el incremento de asalariados a tiempo completo ha sido de un 66'42%, mientras que el de asalariados a tiempo parcial ha sido de un espectacular 280'77%.

Si tenemos en cuenta esta última matización y consideramos como precarios no sólo a los trabajadores de contrato temporal sino también a aquellos trabajadores de contrato indefinido a tiempo parcial, encontramos que el 91,30% de los contratos realizados en España en el año 2006 son de naturaleza precaria.

Para ello hace falta empezar comprendiendo que es el sistema capitalista el que conduce a estas situaciones y que, por supuesto, el partido socialista español no es sino un instrumento más del poder empresarial.

Fuente: Red Economía Crítica







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